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viernes, 3 de febrero de 2006

Monólogo (real) de Hafida


No me importa no ser guapa ni baja o gorda. No quiero pensar en eso. Me dicen que soy fea, que no tendré novio... Pero ya me llegará el momento de pensarlo cuando tenga veinticuatro años. Ahora estoy con mis estudios y quiero sacármelos. Mis padres están orgullosos de mis notas. No soy diferente. No tengo la culpa de ser marroquí. Vengo a estudiar no a meterme con nadie, pero algunos compañeros me insultan y me empujan. Sólo se lo hacen a las chicas; con los chicos marroquíes no se meten. Cuando estamos en gimnasia en el grupo no me pasan la pelota nunca y si cometo un error, me llaman “mora”, “prima”... Soy torpe pero no es para que me insulten. Si saco un nueve y medio en Sociales yo no voy y les digo que son tontos. Yo no me meto con nadie. Respeto a todo el mundo. Intento aprovechar el tiempo y pensar en mi futuro, en mis estudios, pero estoy desanimada. Cuando empecé a estudiar estaba muy contenta pero ahora no lo sé. No sé lo que haré. Me siento rechazada, pero yo no he hecho nada. Mis compañeros pierden el tiempo y no respetan a los profesores. Ya se arrepentirán de no haber estudiado. Bueno, no sé si se arrepentirán. No sé cómo será el futuro. No sé lo que me espera

Si quieren pelea, yo no les tengo miedo. Pero cuando están solos no me dicen nada. Incluso me sonríen cuando les dejo los deberes que no han hecho. Luego en el patio o en la calle, los mismos, me insultan y se ríen de mí si están con sus amigos. No me importan que vengan con los amigos, yo también tengo amigos y primos, pero mis padres me dicen que respete a todo el mundo y que no tenga problemas. Yo he sido educada, pero ellos parece que no. A mí me han enseñado que todos somos seres humanos. Yo tengo mis sentimientos. Están aquí dentro. Todos somos iguales. ¿Por qué ser español es mejor que ser marroquí? Yo he nacido allí. Tengo ganas de llorar. No sé por qué se meten conmigo, con mis amigas… Cuando viene otra niña marroquí a clase, lo siento por ella porque sé que lo va a pasar mal. La van a herir. Terminará por no venir. Estudiar es nuestra esperanza de futuro. Quiero pensar en ese futuro, quiero tener esperanza, pero el día a día es muy duro. Muchas veces se me saltan las lágrimas. En el patio se meten con nosotras, a veces nos pegan cuando se despistan los profesores. Hablamos en árabe y eso parece molestarles. Piensan que nos reímos o hablamos de ellos, pero no es así. Yo hablo con mis amigas en la lengua que quiero. No nos metemos con nadie. Estamos en un rincón y creo que no molestamos.

Parece que nos tenemos que dejar humillar, pero yo no agacho la cabeza. Soy un ser humano que puede llevar la cabeza muy alta. No tengo de qué avergonzarme. Respeto a mis padres, a los profesores, a mis compañeros, y saco buenas notas… pero eso parece molestarles. Si les ayudo, malo. Si no les ayudo, también. Sólo soy torpe en Educación Física.

Sabía que iba a ser duro estar en España. No sé por qué no nos respetan. ¿Qué hemos hecho? ¿Ser marroquíes es algo malo?

5 comentarios :

  1. Si sus sentimientos no se convierten en odio, Hafida será más fuerte que quienes se burlan de ella, porque el peor enemigo está en uno mismo -- y ellos, los que se creen mejores por la casualidad de nacer en un país privilegiado, ya perdieron esa batalla interior.

    Haces muy bien, José Luis, en darle expresión a estos jóvenes.

    Ver mi Libro abierto.

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  2. No sé que es lo que lleva a esos chicos a sentirse superior a alguien, pero Hafida: no se es mejor por tener una nacionalidad u otra.
    Es muy desagradable lo que te está ocurriendo, pero tu confianza en el respeto a los demás dice mucho de tu calidad humana, dice mucho de tí, de tu persona y de tu educación. Y dice que eres mucho mejor que aquellos que sólo saben humillar.En el respeto está la llave para la convivencia.
    Sigue mirando con la cabeza alta, espero que el tiempo ponga las cosas en su lugar y puedas tener el futuro que te mereces.

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  3. Desgraciadamente Hafida no podrá leer vuestros comentarios. El post es un resumen de una conversación con ella, una conversación dramática que yo he intentado resumir. Creo que está en su esencia. Pero ella -que no se llama Hafida- no leerá. Creo que tiene mucha mayor sensibilidad e inteligencia que los muchachos que la quieren humillar. De ahí viene buena parte del problema y algo que a todos nos tiene que hacer reflexionar cuando pensamos y juzgamos a los inmigrantes que llegan a nuestras tierras. A veces quienes llegan -especialmente si son mujeres- son mucho más sensibles que lo que pudiéramos imaginar. Bienvenida, Hafida, te llames como te llames. Nos enriqueces.

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  4. La diferencia cultural sirve con demasiada frecuencia de excusa para perder el respeto al otro. Funciona en ambos sentidos. En mi instituto, hemos tenido que llamar esta semana a la policía porque, sistemáticamente, dos ex-alumnos marroquíes se presentaban en la última hora de clase en la puerta del patio para gritar guarradas a las chicas que hacen gimnasia. (Es de suponer que no harían lo mismo con mujeres de su familia o entorno.) No son ya alumnos, no son aún mayores de edad, luego se sienten impunes (y, lo que es peor, en gran medida lo son).
    He visto, también, lo que cuenta Hafida (que merece mi felitación más efusiva por su bondad e inteligencia). Dos o tres chavalas marroquíes que, durante el recreo, permanecen al margen de las actividades mayoritarias y hablan entre sí suscitan de inmediato hostilidad y desconfianza. Los brutotes al uso sospechan lo ridículos que resultan, y en cualquier sonrisa de ellas ven confirmado su complejo de inferioridad. Así que embisten para "ponerlas en su lugar", dejando de paso muy claro que el suyo propio debería estar muy lejos de cualquier centro educativo, tal vez picando piedra o aprendiendo algún oficio útil. (He visto, también, a los padres y madres de esas acémilas acudir indignados porque a su hijo se le ha puesto una amonestación o se les envía unos días a casa. Como dicen por aquí, de padres gatos, hijos mininos.)

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