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lunes, 27 de febrero de 2006

La dislexia


Ayer noche la televisión catalana emitió un programa sobre el estado actual de la educación en los institutos de secundaria. Fue un buen programa en el que se escucharon diversas voces explicando la realidad cotidiana en los centros de enseñanza. Opinaron profesores, padres, algún pedagogo, alumnos… La conclusión era demoledora: esto no funciona. La puesta en práctica de la LOGSE (la ley de Reforma Educativa de carácter “progresista” en los pasados años 90) puso a los pies de los caballos a los profesores, a los alumnos aplicados y a los alumnos con dificultades específicas. Consagró un modelo que fomenta la mediocridad, la falta de responsabilidad y el infantilismo en las aulas. Es lo que vemos diariamente. De ello hemos hablado en múltiples ocasiones.

Pero no era de esto de lo que quería hablar. Durante el programa surgieron importantes temas, pero quiero retener uno que siempre me ha parecido fundamental y, sin embargo, no se le suele dar la dimensión que tiene. Es el tema de la dislexia en nuestros alumnos. He de decir, en principio, que no soy especialista en el tema. Soy profesor de lengua y la sospecho en bastantes de mis alumnos pero no tengo elementos profesionales para enfrentarme a ella.

Dicho sea de paso, que todo lo que he leído sobre la dislexia es complejo y contradictorio. En principio, su mismo diagnóstico, porque depende del criterio que se utilice para definirla. Hay numerosas teorías sobre la misma. Según una de ellas, se presenta cuando el hemisferio cerebral izquierdo, responsable de procesar la información visual, realiza su tarea a una velocidad inferior que el lado derecho, encargado de los procesos del lenguaje. Generalmente es hereditaria o tiene relación con problemas durante el embarazo, el parto o lesiones cerebrales… A partir de los doce años, se muestra en importantes dificultades para concentrarse, en no formular conceptos de forma ordenada, en bloqueos emocionales, en falta de planificación del tiempo, disortografía y disgrafías, etc.

Según estudios norteamericanos, la dislexia afectaría aproximadamente a uno de cada cinco alumnos de Secundaria. Ello haría que dichos alumnos sufrieran graves dificultades expresivas que se proyectan en un lenguaje inconexo, lleno de discordancias gramaticales, anacolutos, razonamientos circulares, palabras sin acabar, terrible uso de las preposiciones, espeluznante uso de la concordancia de número y de género, pobreza de ideas… El problema es que muchas de estas cuestiones son difíciles de separar de la pobreza cotidiana en el lenguaje de nuestros alumnos. A ello se une, habitualmente, el escribir como se habla, sin reflexión, dejar ideas sin acabar, el uso continuo de coloquialismos, la pobreza léxica (un alumno tipo de secundaria calculo que utiliza entre trescientas y cuatrocientas palabras distintas, quizás son excesivas…), la penosa ortografía, la deficiente presentación y falta de armonía en los textos, la carencia de estructura coherente de razonamientos…

Sí, todo esto es así y es lo que nos encontramos en cada redacción o texto que leemos. Sin embargo, la dislexia es un grado más allá y a veces lo intuyes en textos que padecen una extrema desestructuración y desorganización conceptual o espacial. Son alumnos con graves problemas de comprensión lectora cuyo origen desconoces. Está ahí, pero no sabes dónde está la clave ni cómo ayudar a ese muchacho que está abocado al fracaso por un problema complejo y de difícil diagnóstico.

En los centros de enseñanza españoles hay psicopedagogos pero no están preparados para enfrentarse a este síndrome tan específico. El caso es que ese porcentaje de muchachos tan elevado –estamos hablando de entre un 10 a un 15 por ciento de los alumnos con mayor porcentaje entre los varones- están carentes de cualquier tratamiento porque nadie ha detectado con claridad sus problemas. Quizás entre los alumnos de clases medias y altas habrá un tratamiento preventivo y orientador de la dislexia que se desarrollará fuera del instituto o de la escuela. He oído decir que es complicado y largo, así como que nunca acaba de “curarse”. Sin embargo, estos alumnos con dificultades enormes en el lenguaje escrito, pueden desenvolverse muy bien en exámenes orales, o en asignaturas de carácter tecnológico. En ocasiones tienen un apreciable nivel de inteligencia pero que fracasa en el área de la lecto-escritura. Seguro que los docentes de lengua conocen el síndrome pero no saben cómo atajarlo o enfrentarse a él porque se superpone, como he dicho, al problema de la ya extendida pobreza expresiva de los adolescentes en general.

En ocasiones he formulado estas consideraciones a profesionales de la pedagogía y me han dicho que exageraba o que no era para tanto. Los estudios internacionales y las Asociaciones de la dislexia alertan sobre el tema pero no está recibiendo en España el tratamiento que merece.

http://www.psicopedagogia.com/dislexia.
http://www.acd-dislexia.voluntariat.org/

3 comentarios :

  1. Yo aunque no se note mucho tengo aislados y leves síntomas de dislexia desde pequeña. Mi familia y yo nos dimos cuenta cuando me empezaron ha enseñar a diferenciar entre derecha y izquierda. Me costo mucho aprender ha hacerlo y aun ahora me equivoco con relativa facilidad. Necesito un tiempo más elevado de lo normal para reaccionar y por eso siempre llevo reloj de muñeca.
    También me pasa cuando escribo rápido o leo rápido. Cambio algunas letras de sitio.
    Lo mío es un problema muy leve porque no me afecta en mi formación y normalmente la gente de mí alrededor no lo nota, poca gente sabe que tengo algo de dislexia. No resulta algo preocupante en mi caso pero hay para muchas personas que sí y creo que se debería estudiar más este tipo de problema que resulta algo molesto para las personas que lo padecen.

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  2. Soy padre de 2 niñas de 12 y 11 que podrían ser un perfecto ejemplo de lo que comenta usted en este artículo.
    Sus problemas de lectoescritura y expresión los detecté en los primeros cursos de primaria. Desde entonces procuro leer con ellas todos los días en voz alta y trato de conseguir que su vocabulario se amplie y se expresen de forma mas correcta. Observo progresos pero muy lentamente y por detras de los que se requeriría para tener un adecuado progreso escolar segun avanzan los cursos.
    Son niñas intelgentes y sensibles, su entorno familiar es adecuado y con un nivel cultural y de formación muy elevado.
    Al igual que usted, he tratado de profundizar en el tema de la dislexia, pero hay algo que no encaja.....y, encima está el messenger..
    Comparto por tanto su planteamiento del tema y espero que al final se alcance una mejor compresion de esta problemática.

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  3. Hola, soy profesor de instituto en Málaga, en mis clases de Biología de 3º ESO sospecho que hay hábitos erróneos de escritura y hay un caso particular en el que creo que puede ser auténtica dislexia, ya que en redacciones más o menos largas, de pronto te encuentras que el contenido está mal estructurado y casi pierde sentido, aunque la idea general que quiere mostrar el alumno está presente en el trasfondo.

    Quería preguntarles:

    1. ¿Es común la dislexia en 3º ESO?
    Sé que en Primaria sí, pero no sé si en 3º ESO puede presentarse como trastorno.

    2. En 3º ESO, ¿Un niño deficiente acústico (requiere de trasplante) puede presentar dislexia?

    Gracias.

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